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Dependiendo de otros

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¿Cuándo me presenté por primera vez a unas oposiciones? ¿Fue en 2007? Hace ya más de siete años de eso. Siete años en los que he estado intentando cambiar de carrera, convertirme en profesor.

Con mucho más ahínco desde 2009, cuando comprendí qué significa realmente ser un profesor. Siete años de aprendizaje, de esfuerzos, de cursos, de exámenes… ¿Dónde me ha llevado todo ese esfuerzo?

A ninguna parte.

Creo que es momento de replantearme mi estrategia. Y tengo claro lo que voy a hacer.

De lo que me he dado cuenta es que el enfoque que he tenido hasta ahora ha sido demasiado dependiente de otras personas.

Mi primer intento fueron las oposiciones. Pensé que estudiando lo suficiente y de la forma correcta podría tener una plaza. Siempre dependes de lo que hagan los demás, pero en los cursos que hice me relacioné con otros opositores y sabía que era mejor que ellos; no mejor que todos, pero sí lo suficiente como para poder sacar una plaza. No me batía en mi terreno (la perseverancia, la organización y la conformidad a normas nunca han sido mis puntos fuertes) pero trabajé duro e hice una de las mejores pruebas de mi tribunal.

Primera hostia qué me llevé. A pesar de que se les intenta dar una apariencia de imparcialidad con todas esas reglas, baremos y procedimientos, al final dependes de la valoración subjetiva de un grupo de personas. Estos, en última instancia, seleccionan de entre la parte superior de los opositores a los que ellos quieren, utilizando su criterio particular. Dependes de ese criterio para poder trabajar de profesor: si no les gustas, no entras.

Además, la cosa no depende sólo del tribunal; hay gente que se dedica a hacer baremos para darte puntos en la oposición según lo que se supone que van a necesitar saber los futuros profesores. Dependes de lo que consideren esas personas para poder sacar la oposición. Si tienes veinte años de experiencia profesional pero piensan que es más importante haber trabajado un mes de profesor suplente, estás jodido. Hay cosas que puedes hacer para no tener tanta desventaja en este aspecto, pero tienes que prepararte con anticipación para cumplir unas normas que desconoces a priori cuáles serán (sólo hay un par de meses desde la convocatoria hasta el examen, y tienes que empezar a prepararte con al menos un año de antelación) Si aciertas, bien. Si no, tiempo y esfuerzo a la basura. Además: tienes que prepararte para lo que ellos quieren, no para lo que tú piensas que te hará un mejor profesor.

Demasiadas dependencias. Son otras personas las que deciden mi destino. Me hace sentir incómodo, y además no me ha funcionado.

Con los colegios privados, no es mucho mejor. En primer lugar, suelen buscar a personas relacionadas con los que ya trabajan allí. En España se suele hacer mucho esto, pero en los colegios todavía más: si hace falta un nuevo profesor primero preguntan a ver si alguien tiene un conocido que pueda dar clase (que siempre hay, claro, porque aquí al más tonto lo ponen a dar clases) y sólo en casos excepcionales o cuando no tienen más remedio buscan a alguien de fuera.

Aun en los casos en los que los colegios son lo bastante grandes para hacer selecciones de personal decentes, sigues dependiendo de otras personas. La única entrevista a la que había conseguido acceder, hace poco, la tenía programada para el día en que nació mi nueva hija. No quisieron cambiarme la fecha porque a los responsables del tema no les iba bien, así que una vez más no tuve ni siquiera oportunidad de contarles por qué voy a ser un buen profesor. Todo dependía de poder concertar una entrevista con alguien, y fue que no.

Y eso no es todo: dependes también de los legisladores. Hace poco decidieron que, en Madrid, todos los niños van a aprender a programar. Eso en principio supondría más trabajo para mí, pero… no les enseñarán los informáticos: les enseñarán los profesores de tecnología. Otra decisión que no depende de mí, pero que me deja fuera. De nada sirve que yo sea un programador excelente, no vale de nada la cantidad de cursos y lecturas que he hecho sobre cómo enseñar a programar, todos los libros que he leído sobre pedagogía y desarrollo de los niños, todo lo que me he preparado… todo eso carece de valor; y todo ello por una decisión arbitraria de alguien ajeno a mí.

Así que a la mierda: me lo he montado por mi cuenta. Así dependeré de la menor gente posible. En última instancia siempre acabas dependiendo de alguien (porque trabajas para alguien) pero esto es como todo, cuanto menos intermediarios mejor. Prefiero depender sólo de mí mismo; si lo hago bien triunfar, si lo hago mal pegarme la hostia y aprender, pero por lo menos hacer algo.

No voy a dejar mi trabajo actual, porque por ahora no puedo, pero voy a hacer lo posible para empezar a “trabajar” como profesor. Para ser bueno en algo, por mucho que leas, tienes que ponerte a hacerlo, y siento ya que necesito menos lecturas y más acción. Empezaré trabajando gratis y a ver cuánto tiempo puedo dedicarle y cómo puede ir evolucionando la cosa, porque con la nueva peque en casa el poco tiempo que tenía ha desaparecido: sólo puedo ir arañando ratos de sueño y algunos momentos sueltos, pero aunque sea poco a poco iré haciendo camino. Dependeré sólo de mí, de mis alumnos y espero que de poco más.

Por ahora, no me va nada… bien (¡ni trabajando gratis!) Pero para cabezones, yo.


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